El uso de energía en la inteligencia artificial (IA) es un tema que ha generado cada vez más interés en la comunidad tecnológica y científica. A medida que los modelos de IA se vuelven más complejos y poderosos, también crecen las demandas energéticas para entrenarlos y ejecutarlos, lo que tiene un impacto considerable en el consumo de recursos naturales y las emisiones de carbono. En este artículo, analizaremos cómo el uso de energía en la IA está afectando al medio ambiente y qué esfuerzos se están realizando para reducir su impacto, basándonos en estudios recientes.

Uno de los puntos críticos en el debate sobre el consumo energético de la IA es el entrenamiento de los modelos de machine learning, particularmente los modelos de lenguaje y visión. Estos sistemas requieren enormes cantidades de datos y procesamiento computacional para obtener los resultados esperados. Según un estudio realizado por la Universidad de Massachusetts en Amherst, entrenar un modelo de procesamiento de lenguaje natural puede emitir hasta 626,000 libras de dióxido de carbono, equivalente a la huella de carbono de cinco autos durante toda su vida útil.

Modelos de IA como GPT-3, desarrollado por OpenAI, son particularmente intensivos en energía debido a su tamaño masivo. GPT-3 cuenta con 175 mil millones de parámetros, y su entrenamiento requiere miles de unidades de procesamiento gráfico (GPUs) trabajando durante semanas o meses en centros de datos que consumen grandes cantidades de electricidad. Este uso intensivo de energía no solo aumenta los costos operativos, sino que también contribuye significativamente a la huella de carbono global.

Un aspecto menos conocido del uso de IA es el consumo de agua que requiere el enfriamiento de los centros de datos. Un estudio reciente publicado por la revista Nature señala que los grandes centros de datos requieren agua para mantener las temperaturas bajo control. La IA, al ser tan demandante en términos de procesamiento, provoca un aumento considerable en la temperatura de los servidores, que deben enfriarse para evitar daños. Según este estudio, cada entrenamiento de un modelo de IA de gran escala consume miles de litros de agua para enfriar los sistemas involucrados. Esto plantea nuevas preguntas sobre la sostenibilidad del crecimiento de la IA, especialmente en áreas con escasez de agua.

Conscientes de estos problemas, varias compañías y organizaciones están invirtiendo en soluciones para minimizar el impacto ambiental de la IA. Google, por ejemplo, ha implementado centros de datos altamente eficientes que utilizan inteligencia artificial para optimizar el uso de energía. Utilizan modelos predictivos para ajustar el enfriamiento de los servidores, lo que reduce el consumo de energía en hasta un 40%. Además, la compañía se ha comprometido a operar completamente con energía renovable en el futuro.

Por otro lado, OpenAI y otros actores en el desarrollo de IA están explorando enfoques más eficientes para entrenar modelos, como el uso de técnicas de «entrenamiento distribuido» o reducir el tamaño de los modelos sin perder capacidad predictiva. Estas innovaciones tecnológicas buscan mitigar el consumo de energía sin sacrificar la precisión o la potencia de los algoritmos.

El consumo energético y de agua asociado con la IA es un desafío ambiental que no puede ser ignorado. Mientras que el avance de la tecnología trae consigo importantes beneficios, también es necesario equilibrar estos avances con prácticas sostenibles. Las empresas tecnológicas y los desarrolladores tienen la responsabilidad de continuar innovando en la dirección de la eficiencia energética y el uso de recursos renovables.

En el futuro, el enfoque en la IA verde no solo será una cuestión de responsabilidad ambiental, sino también una ventaja competitiva, ya que las regulaciones y las expectativas de los consumidores están evolucionando hacia prácticas más sostenibles. La clave estará en crear una IA que sea no solo más inteligente, sino también más eficiente y consciente del entorno.

Este enfoque nos permitirá disfrutar de los beneficios de la IA mientras reducimos su huella ecológica, un tema crítico que seguirá siendo parte del debate tecnológico y ambiental en los próximos años.

Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas